A tu figura mis pensares, creciendo...

Después de dos aventuras viene un momento de restrospección, de vuelos emancipados por la brecha de los humanos, de los que sienten. Cuando seleccioné las primeras líneas, sabía que algo distinto iba a pasar con el lector, una lucha interminable de conceptualizaciones, de culturas amontonadas en un verso, sabía de antemano también que por fortuna terminarían entendiéndome. Y es que hablo no de la materia sino de la forma, y al final la mezcla de lo tangible e intangible, quise descubrir qué forma tienen los suspiros, los dotes moribundos, las ganas de vivir o los pretextos.

“A tu figura mis pensares” es una historia, basada en otras tantas, cada una lleva una secuencia de actos, lleva retos especificos. Cada poema se puede saborear con el día pero más en un ambiente nocturno, de pensamientos que analizan por demás cada cosa que sucedió horas antes, incluso viene la organización del día siguiente. Tal vez todos los versos nacieron noctámbulos acompañados de los acordes de la memoria, melódicos y reflexivos.

Esta poesía retrata la esperanza del estar siempre, de confortar los sentimientos, aunque con las nuevas tendencias artísticas se vuelve cada vez más difícil el rescate de las palabras completas, del arte de escribir. Que sea grande la satisfacción incluso cambiando las palabras cotidianas en gramática o fonética, pero sin perder el significado ni la forma original. Eso nos llena de fortuna, seguir en la lucha.

Después de largas jornadas ante la escritura, vuelve uno así mismo, con la vehemencia que conjuga los placeres de vivir o por qué no, sobrevivir con ahinco y con gotas de sabiduría tratar de crecer. En este menester de las letras, yo seguiré amando las letras Asimov, de Sartre, de Sabines, de las historias Chejov, de los textos de Velasco o las narraciones de Wilde, y podría abrir más este gran abanico de extrellas, y bajo todo realce metafórico no me olvido de lo que vivimos, así son las figuras que les cuento, los versos que hablan de extranjeros, de borrachos a media noche, de intelectuales o entes enamorados quien sabe de quién. Y los pensares, prefiero que esa parte la completen mis lectores.

No pretendo quedar en el gusto de todos los asiduos a este género literario, hay una subjetividad tan amplia del concepto “poesía” que no hay estándares, así que esta obra queda abierta alimentándose de más palabras, buenas o malas, pero con la satisfacción de haberse expresado en su momento.

Cada día hay nuevo retos ante la pluma y el papel, más temas tranformados, más “cómos” en el aire para atraparlos y hacerlos nuestros. Mientras estas letras sigan entrando al corazón de algunos de forma honesta, lo demás poco importa.

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