Efecto #Edu | Por David Solís Sánchez
En días pasados el furor de las aplicaciones móviles de mensajería instantánea creció inevitablemente. El problema que presentó Whatsapp llevó a que una buena cantidad de usuarios recurriera a otros servicios similares como Viber, Line, WeChat o Telegram, ésta última se posicionó como una de las predilectas (El sitio TICS y Formación publica una infografía donde sustenta algunas ventajas de Telegram:http://ticsyformacion.com/2014/02/28/por-que-usar-telegram-infografia-infographic/).
De inmediato, al saber que Whatsapp estaba con algunos inconvenientes me puse al día con la información que debía tener en ese momento haciendo llamadas y rastreando contactos en redes sociales, todo fluía a través de los mensajes cortos que podía ver en el móvil. Fue un caos. La aplicación caída, por ser la más comercial y en la que tengo a la mayoría de mis contactos era la indicada para llevar a cabo actividades escolares de retroalimentación, explotando la cualidad de las conversaciones en grupo. Pensamos seriamente en cambiar de interfaz de comunicación pero involucraba mucho trabajo: trasladar la información ya anidada en Whatsapp a la app que se decidiera. Cuando se estuvo a punto de tomar una decisión el servicio que nos aquejaba se restableció.
El hecho crítico no era cambiar de aplicación y que todos los miembros instalaran otra app en su móvil, lo conflictivo era no tener tiempo para experimentar el funcionamiento de la aplicación en sí que pudiera servir para el cambio. Puede hoy sonar a “periódico viejo” el que se hable de este tema, sin embargo el objeto de estas líneas se enfoca principalmente a la promoción del uso de mensajería corta por medio de aplicaciones ya mencionadas. El argumento se basa en el uso constante de los jóvenes de un teléfono celular, y por tanto en la utilización de mensajes como recursos elementales de la comunicación horizontal. La evolución de estos servicios ha sido notoria: del Mail (que sigue siendo bastante útil) al chat público, del chat al Msn, de Msn a Skype, de Msn a Hangouts, de Msn a Whatsapp (Viber, Line, WeChat, Telegram, etc.). Es decir, la preferencia está cambiando y como se ha dicho en innumerables artículos, el ser oportunista con esas herramientas ya conocidas por los estudiantes es una opción benéfica para involucrar el conocimiento desde una perspectiva cotidiana, de poca presión y hasta convencional.
Se podrían citar varios ejemplos. Rescatemos uno: el maestro tiene que ver aspectos básicos de redacción (sintaxis, pertinencia, ritmo, gramática, etc.), así que solicita a sus alumnos a integrarse a un grupo de Whatsapp que ya tenía destinado para la actividad, luego explica las instrucciones haciendo notar que el objetivo es realizar un cuento colectivo y la dinámica será que cada alumno escribirá a base de mensajes cortos el desarrollo de la historia. Lógicamente el tiempo será largo, puede tomar hasta una semana, sin embargo las ventajas son muchas: el estudiante no se verá presionado a escribir cuando no tenga ideas, será capaz de estudiar el crecimiento de la historia y participar cuantas veces crea necesario, en el momento que le llegue una idea (la haya vivido, imaginado o escuchado) de inmediato podrá insertarla en el hilo de la conversación y así garantizará que no se le olvide al llegar a casa. Puede haber muchas otras ventajas. Como ejemplo puede detonar polémica, pero es preciso hacer referencia que todo dependerá de lo que se desee lograr con los estudiantes.
He aquí una opción más para añadirla a la lista de herramientas disponibles para hacer clases divertidas, innovadoras y entretenidas que, sabiéndolas dirigir pueden tener resultados favorables. En mi caso, el uso de estas herramientas ha sido de gratas experiencias.
De inmediato, al saber que Whatsapp estaba con algunos inconvenientes me puse al día con la información que debía tener en ese momento haciendo llamadas y rastreando contactos en redes sociales, todo fluía a través de los mensajes cortos que podía ver en el móvil. Fue un caos. La aplicación caída, por ser la más comercial y en la que tengo a la mayoría de mis contactos era la indicada para llevar a cabo actividades escolares de retroalimentación, explotando la cualidad de las conversaciones en grupo. Pensamos seriamente en cambiar de interfaz de comunicación pero involucraba mucho trabajo: trasladar la información ya anidada en Whatsapp a la app que se decidiera. Cuando se estuvo a punto de tomar una decisión el servicio que nos aquejaba se restableció.
El hecho crítico no era cambiar de aplicación y que todos los miembros instalaran otra app en su móvil, lo conflictivo era no tener tiempo para experimentar el funcionamiento de la aplicación en sí que pudiera servir para el cambio. Puede hoy sonar a “periódico viejo” el que se hable de este tema, sin embargo el objeto de estas líneas se enfoca principalmente a la promoción del uso de mensajería corta por medio de aplicaciones ya mencionadas. El argumento se basa en el uso constante de los jóvenes de un teléfono celular, y por tanto en la utilización de mensajes como recursos elementales de la comunicación horizontal. La evolución de estos servicios ha sido notoria: del Mail (que sigue siendo bastante útil) al chat público, del chat al Msn, de Msn a Skype, de Msn a Hangouts, de Msn a Whatsapp (Viber, Line, WeChat, Telegram, etc.). Es decir, la preferencia está cambiando y como se ha dicho en innumerables artículos, el ser oportunista con esas herramientas ya conocidas por los estudiantes es una opción benéfica para involucrar el conocimiento desde una perspectiva cotidiana, de poca presión y hasta convencional.
Se podrían citar varios ejemplos. Rescatemos uno: el maestro tiene que ver aspectos básicos de redacción (sintaxis, pertinencia, ritmo, gramática, etc.), así que solicita a sus alumnos a integrarse a un grupo de Whatsapp que ya tenía destinado para la actividad, luego explica las instrucciones haciendo notar que el objetivo es realizar un cuento colectivo y la dinámica será que cada alumno escribirá a base de mensajes cortos el desarrollo de la historia. Lógicamente el tiempo será largo, puede tomar hasta una semana, sin embargo las ventajas son muchas: el estudiante no se verá presionado a escribir cuando no tenga ideas, será capaz de estudiar el crecimiento de la historia y participar cuantas veces crea necesario, en el momento que le llegue una idea (la haya vivido, imaginado o escuchado) de inmediato podrá insertarla en el hilo de la conversación y así garantizará que no se le olvide al llegar a casa. Puede haber muchas otras ventajas. Como ejemplo puede detonar polémica, pero es preciso hacer referencia que todo dependerá de lo que se desee lograr con los estudiantes.
He aquí una opción más para añadirla a la lista de herramientas disponibles para hacer clases divertidas, innovadoras y entretenidas que, sabiéndolas dirigir pueden tener resultados favorables. En mi caso, el uso de estas herramientas ha sido de gratas experiencias.
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