UNA BUENA MANÍA

Efecto #Edu | Por David Solís Sánchez

No es sólo parte de una obsesión, me gusta el orden y organizar los detalles. De hecho, desde que tengo uso de razón pedagógica en lo que se refiere al aprender y enseñar, siempre reflejo mis impresiones como si llevaran un orden aunque no lo haya. Por ejemplo, al describir una fotografía que tendría que  decir lo que veo y en algunos casos lo que interpreto, hago algo distinto: identifico los elementos, pienso en los más importantes (desde una perspectiva personal, claro) y luego los voy enunciado de forma encadenada. No siempre soy fiel a este proceso, si aquella foto que pongo de ejemplo me hace perder la objetividad, soy un verdadero desastre con su descripción.
Luego de entender algunos paradigmas pienso indudablemente en aquella manía de ver todo secuenciado o por lo menos vinculado. Las nemotecnias han sido tan importantes en mi vida que me permiten disfrutar de unos contenidos ligados a otros. Rescato el constructivismo como una fortaleza de lo que mi cabeza tiende a hacer en automático: mi lectura de veinte cuartillas se convierte en una malla temática de una página. Me doy cuenta que mi obsesión se mostró digna de ser considerada para pulir lo que aprendo, es como meter esas veinte hojas a un zip y guardarlas en mi cabeza, eso sí, tomando siempre lo que vale la pena y eso lo hago después de analizar la totalidad del contenido inicial.
No es nuevo decir que los mapas mentales, conceptuales o algún otro organizador gráfico son una herramienta poderosa para el aprendizaje. No es nuevo conocer a un adicto de los esquemas y diagramas. Lo que sí pudiera ser novísimo es pensar en las nuevas formas de trabajar tales construcciones en la red misma como un elemento de aprendizaje autónomo o colaborativo. Para eso encontramos una buena cantidad de herramientas 2.0 que nos dan posibilidades infinitas para elaborar estructuras conceptuales y/o semánticas; por ejemplo, hallamos las páginas clásicas como Mindmeister, Bubbl, Mindjet o hasta algunas más interactivas como Prezi o Popplet. Las necesidades de cada docente son las que nos hacen elegir el instrumento perfecto, no  es bueno elegir lo mismo para todo.
Los organizadores gráficos, además de sus extensas ventajas, no sólo son resultado de enfoques constructivistas sino también en ellos se observa el aprendizaje significativo. Es un acierto valorar ahora aquello del orden y la organización como una constante para la síntesis, la ejemplificación, la reflexión y comprensión. Vale la pena decir que el uso de mapas facilita la exposición de tópicos y los estudiantes obtienen una noción precisa de lo que se presenta.
Regresando a las herramientas, Mindmeister me gusta más para mapas mentales que Bubbl, aunque el segundo lo recomiendo para mapas conceptuales. Últimamente he trabajado con Brainstorm, permite categorizar contenidos y armar redes semánticas con una buena organización, tiene mucho impacto para exposiciones debido al manejo que se le puede dar con el despliegue y repliegue de contenidos de una manera característica (función que también otros desarrolladores han puesto en sus herramientas).
Los organizadores gráficos son parte de la fortaleza de la práctica docentes, queda seguir experimentando con ellos y aplicarlos en los momentos adecuados. Luego llevarlos a un nivel de trabajo online con la intención de crear atmosferas de aprendizaje colaborativo y abierto. Definitivamente, Novak, Gowin, Buzan y otros autores que tocaron estos puntos, nunca han estado equivocados. Seguiré aprovechando esta buena manía de seguir haciendo esquemas, mapas y diagramas.

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