Efecto #Edu | Por David Solís Sánchez
Hoy después del almuerzo un colega mío me abordó. Tomamos un café. La conversación pudo haber sido mejor pero hubo algo que generó un debate en el que relució un tema, que por lo menos a mí, me apasiona: los dispositivos electrónicos de los estudiantes. Omito los detalles para enfocar el punto medular de la discusión: si los alumnos tienen celulares, tabletas electrónicas, computadoras y demás, ¿por qué aún no se aprovechan las harremientas digitales de forma adecuada en el ámbito académico?.
Sin duda nuestros minutos se agotaron en un santiamén, así que no concluimos como se debe. Creyendo fielmente en que las TIC son un factor evolutivo que no tiene marcha atrás, se debe reconocer que no porque el alumno tenga recursos tecnológicos suficientes se garantice su brillantez, en otras palabras, “el que tengas un auto deportivo no significa que eres un gran piloto.
Los alumnos son buenos porque han aprendido a desarrollar habilidades, se han formado de la manera correcta para enfrentarse a su destino. Ciertamente, cuando Henry Ford dijo que “El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”, no se equivocaba, sin embargo la interpretación de la frase pone en juego el valor de la tecnología misma, mientras algunos la vanaglorien otros la seguirán maldiciendo. Se reconoce que la figura del progreso se basa en los avances de la humanidad que nos permiten la vida que llevamos, por tanto la promoción al día de hoy no debe ser el uso de la tecnología de punta y todo lo que ésta conlleva sino debe ser proyectada a una cultura de equilibrio humano-máquina .
Cuando los docentes aprendamos a equilibrar el saber con el saber hacer y el saber ser, se entenderá de inmediato que los procesos llevan un ritmo y fases continuas, es decir, sonará ilógico exigirle a un niño una pintura o dibujo excelsos cuando no ha hecho siquiera ejercicios de caligrafía básicos. No se trata de la prohibición, que los niños no utilicen su consola de juegos, su tableta o el celular, se trata de mediar su uso.
Una medida adoptada por algunos docentes que por fortuna tienen a sus alumnos hasta dos ciclos escolares seguidos, es omitir el uso de las TIC en el primer año, explotando así talentos varios y desarrollando competencias básicas del estudiante, creando así un ser independiente y capaz, esto para que en un futuro compruebe que hay más herramientas que le ayudarán a llevar a cabo tareas de manera más eficaz, sin enajenarse con actividades ajenas al trabajo en sí. Esta idea se traduce a que hay una posibilidad de que reduciendo (no eliminando por completo) el uso de estos recursos tecnológicos en niveles básicos los alumnos son más competentes, por ejemplo, que pueda hacer una operación matemática simple sin ayuda de una calculadora.
La experiencia de cada profesor varía según los contextos, por lo menos suena alentador pensar en alumnos con un verdadero amor a los libros (sean en papel o electrónicos) y no a estados mal escritos en su red social; suena alentador pensar en estudiantes con amor a las pinturas y el arte en general y no a fotos mal editadas para subirlas a la web. Por último, es realmente confortador tener alumnos que escriban e investiguen como debe ser, y no aquellos que les encanta copiar y pegar. Así que, primero lo primero.
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