Fueron tus labios





Me marché sin más, di la vuelta
y sembré una semilla nueva,
tirando de a poco cada pensamiento
que te poseyó a secuelas de encanto.

Fueron tus labios el descanso
que se amainó por tu distancia.

No la luna, no las palabras en tropel,
no la suerte echada:
sí el día y tú la sombra de mis besos.

Fueron tus labios, los que a mi tacto
te robé un día por la mañana:
los metí en una cajita de dulces,
los guardé para otro día cualquiera,
para sentir de nuevo una vida entera,
húmeda, vacilante, en un universo discreto.
Hoy los esparcí por el aire.

Tú mi aura repetida,
el abrazo corrido,
voz que se suelta
y profana las dudas.
Tú, cuerpo absorto,
que me ama y me desata,
me alienta y me traduce.
Tú, mano que se agitó
entre mi espalda;
fuiste mano de dulce,
piel infinita de deseo práctico.

Fue tu imagen que se amotinó
entre mis cuerdas vocales.

No son las metáforas
planeadas y forzadas,
es la naturalidad con que nacen
sólo con verte y sentirte,
en un baile nocturno
entre mi cerebro y el tuyo.

La vid de tus labios;
otra vez tus labios,
qué más puedo imaginar
y pensar por el resto de mis días,
después del nirvana,
después de un beso tuyo,
después de tu infinito.

Aún así, con todo,
me sigo yendo
entre mis propios dedos
y mis pies cansados.
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