Los conflictos con mi memoria han dado tregua
cambiaron los hechos y el retrovisor se empañó
se mudan para siempre los porqués
nos quedamos en el último escalón conversando:
dices sí, dices no y me abrazas.
¿Es que tus minutos no son los míos?
¿que es dulce la lluvia de tus ojos?
¿es que los pasos míos
son más hondos que los tuyos?
¿que la rapidez de tus días se atora con la mía?
Hemos puesto cianuro para matar
la turbiedad de palabras al sinsentido.
Discurrimos, reparamos las goteras del hogar
y nuestro hogar se revela en una sensata calidez
bailas y un ejército de luceros se forman ante ti
bailamos y me sostienes la mirada para decir
lo indecible, lo que sacia, lo que promete.
En la madrugada las manos se entienden
sin empestillarse las piernas se agotan
todas las profundidades se reconocen y arden
se vacían los canales de la gloria con mares
abriéndose para navegantes con ímpetu.
Nos cae un sueño para dormirse en la voluntad
nos caen las canillas de un plan de día siguiente:
te quedas para un sabor matutino
te recuestas en un músculo de amplio espectro
te aplaudes por los minutos y los días
y me llevas de la mano
me tocas
me sueñas de nuevo.
Formamos una estrategia de organeros
para tocar y cantar en un tumulto de ideas
que se hacen descubrir entre tus labios
y así
por todos los mundos
por tus caderas
por nuestros mediodías.
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