Por David Solís Sánchez | #ATFMP
Qué pasa cuando las luciérnagas
invaden tu cuerpo o la memoria:
nada extinguible: nacen de mangas
largas la mirada de lo que yo sería.
Cuando la luz se inyecte en tu sombra
manchas degollinadas barrerán de nuevo,
cuando hayamos perdido el decisivo
cantar de tu futuro hallaré tu cintura.
Y solamente, en el máximo amor
que se profesa cuando ignoramos lo peor,
moleremos el pan a despojo y a detalle
para zafar la piedra que nos constituye.
Entiéndeme a la luz luciérnaga,
llórame bebiendo la lluvia de mi rostro,
entiende a la luz luciérnaga,
bésame sorbiendo el delito futuro.
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