A fuerza de los lirios
el viento se concentra en un recuerdo:
de papel son los barcos
que en un viaje cansado
crean un misterio del sinsentido.
De una nave se lanzan
dos férreos tripulantes en busca
de hojas que flotan, salvan;
descansan con la música
de una gota chispeante, silábica.
Los marinos escalan
lirios nigromantes que son refugio,
voces grises que cuentan
al son de un sortilegio
-testigo del fuego, faro de junio-.
El triunfo se resuelve
en el grato estigma de la flor de Hera,
un marino revive
sin dudas ni demora
la esperanza del otro sin zozobra.
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